Cogimos un termómetro con mercurio en su interior. Medimos hasta dónde llegaba y lo calentamos. Al rato observamos cómo el mercurio se dilataba al volver a medirlo. Por tanto el calor dilata los cuerpos.
Comprobamos esto con las vías de tren en las que existe una junta de dilatación. Esto es porque el metal se dilata con el calor y es necesario que exista un hueco.